Tienen la cara de cemento armado. Los líderes del G20 reunidos en Roma acordaron este domingo mantener el techo del calentamiento global en 1,5 grados. Pero todo esto no deja de sonar a broma cuando se ve las extensas filas de vehículos blindados y contaminantes que les conducían por las calles colapsadas de Roma. La televisión estatal rusa Russia-1 ha contabilizado hasta más 80 vehículos sólo en el convoy que conducía a la comitiva del presidente estadounidense Joe Biden. Sin contar todos los vuelos en avión privado que han sido necesarios para trasladarles.
Este dato ha sido corroborado por el digital británico Metro: «Joe Biden ha sido criticado por conducir por Roma en una caravana de más de 80 coches en vísperas de una cumbre climática crucial. El presidente siempre viaja con un gran séquito de ayudantes, médicos, seguridad y reporteros».
Es grotesco que líderes como Biden fueran los encargados de consensuar una postura común de cara a la Cumbre de Naciones Unidas para el Cambio Climático (COP26) que arranca este lunes en la ciudad escocesa de Glasgow. El acuerdo está «prácticamente cerrado, falta solo algún fleco». De risa.
Ya lo había advertido el periódico The Wall Street Journal cuando, días después de la publicación el 9 de agosto de 2021 del mayor informe científico de las Naciones Unidas sobre el cambio climático en casi una década, la administración Biden emitió una declaración sobre la «necesidad de mercados energéticos globales confiables y estables». Como muchos presidentes antes que él, Biden instó al cartel del petróleo, la OPEP, a aumentar la producción con la esperanza de reducir el precio de la gasolina en el surtidor.